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Pies veloces

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Los rarámuri, un pueblo indígena de México, son conocidos por su notable número de atletas capaces de correr distancias de más de 100 km. Lo hacen descalzos o, como mucho, con austeras sandalias y vestidos con indumentaria tradicional. La comunidad de los 'pies ligeros' acumula trofeos internacionales y es anfitriona de uno de los ultramaratones más pintorescos del planeta: Caballo Blanco. Deportistas de distintos países acuden a esta cita para vivir una experiencia inolvidable.

Cada año, las calles de Urique y los montes de la sierra Tarahumara, en México, se llenan con la inconfundible resonancia de las pisadas de los rarámuri, quienes compiten en carreras que desafían los límites de la resistencia. Esta comunidad es célebre por su habilidad para recorrer distancias que muchas veces superan los 100 kilómetros, atrayendo a corredores de diversas partes del mundo.

La competencia más emblemática, el maratón Caballo Blanco, ha cobrado relevancia internacional gracias a la historia de perseverancia y resistencia de los rarámuri, cuyo nombre significa "pies ligeros". Esta denominación refleja su destreza para desplazarse durante largas jornadas.

Urique: de minería a epicentro deportivo

La localidad de Urique, fundada en el siglo XIX, ha evolucionado desde una economía minera hasta convertirse en el epicentro de una de las competencias más destacadas de México. El corredor Michael Randall Hickman, conocido como Micah True, fue clave en la organización de estas carreras, inspirando a muchos a descubrir este espíritu competitivo.

Los rarámuri, con su singular modo de vida, corren no solo por placer, sino también por razones que van más allá de lo deportivo: preservar su cultura y obtener recursos para sus comunidades. Los premios monetarios otorgados en las competencias han sido cruciales para mejorar la calidad de vida de los participantes.

En este contexto, destacan figuras como Miguel Lara, conocido como 'El tigre de Porochi', vencedor en múltiples ediciones del Caballo Blanco. Su enfoque, que se centra en la fortaleza mental sobre la fuerza física, es el reflejo de la filosofía rarámuri. Miguel transmite sus conocimientos a las nuevas generaciones, preparándolas para continuar la tradición.

José e Hilario, discípulos de Miguel, también protagonizan historias de inspiración y perseverancia. Pese a los desafíos que enfrentan, su principal motivación es representar con orgullo a su comunidad en cada carrera.

Artesanía y cultura

La identidad cultural y la unidad comunitaria se reflejan en el trabajo del artesano Ramón Mariscal, quien elabora tradicionalmente los huaraches rarámuri, calzado que simboliza la conexión de esta comunidad con sus raíces.

Más allá de las carreras, Urique ha convertido este evento en una celebración que fortalece la identidad y la cultura, fomentando la convivencia entre rarámuris y participantes de distintas latitudes.

Proyección internacional y legado

A medida que el Caballo Blanco proyecta globalmente la imagen de los corredores rarámuri, se construye una narrativa que trasciende el simple acto de correr, convirtiéndose en símbolo de resistencia y unidad frente a las adversidades históricas.

El legado de la carrera y su impacto económico son evidentes. La proyección internacional del evento ha convertido a Urique en un destino turístico, donde la fuerza de los 'pies ligeros' representa solo un capítulo de una rica historia cultural que sigue viva en la sierra Tarahumara.

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