Tras años de gran expectativa, la Justicia estadounidense determinó tomar siete contundentes acciones respecto al famoso 'caso Epstein': N, I, N, G, U, N y, por último, A. ¡Ninguna!
El Departamento de Justicia y el FBI concluyeron que Jeffrey Epstein se suicidó y no hubo nada sospechoso en su muerte y que su famosa "lista de clientes" es algo más corta de lo esperado, porque, directamente, nunca habría existido.
Durante años, especialmente desde 2019, cuando el magnate apareció muerto en su celda, donde aguardaba juicio por tráfico sexual de menores, el caso ha ocupado grandes titulares y generado todo tipo de teorías. En particular, las relativas a los sucesos en la isla privada del financiero, a la que asistían hombres ricos y famosos que, al igual que el delincuente sexual de su anfitrión, habrían tenido sexo con menores de edad.
La guinda de este pastel mediático sería una lista con los 'clientes' de Epstein y su pareja, actualmente encarcelada, que estos utilizarían para chantajearlos, tras grabarlos en video durante sus abusos sexuales. Todo esto podría ser o no ser cierto, en todo o en parte. Pero en '¡Ahí les va!' aplicamos el método científico y no podemos dar por válida una teoría sin pruebas contundentes a la mano.
Lo que sí podemos hacer es analizar todo el contexto político que rodea el caso, porque es tanto o más jugoso que lo que se supone que oculta. Para empezar, porque lo sucedido en estos días salpica directamente a Trump. O, mejor dicho, lo no sucedido es lo que lo salpica.
Y es que, en sus tiempos de candidato, en dos ocasiones durante el año 2024, el hoy presidente había dicho que desclasificaría los archivos de Epstein de llegar al poder, llegando a afirmar, literalmente, "que no tendría problemas" en dar ese paso.
El que sería su futuro vicepresidente, J. D. Vance, también se pronunció en el mismo sentido meses antes de asumir su cargo, incluso con mayor énfasis que su compañero de fórmula.
Es más: con Trump ya en el poder, varios miembros de su gabinete se pronunciaron en el mismo sentido e incluso su secretaria de Justicia llegó a afirmar que tenía la lista de clientes de Epstein sobre su despacho, a la espera de revisión.
La misma Pam Bondi que hoy dice que no existía semejante lista y que lo que ella quiso decir realmente fue que sobre su despacho estaban los archivos relativos al caso en general. Vaya.

El propio presidente, interrogado por la prensa sobre este asunto de la estremecedora lista que finalmente resulta que nunca existió, se mostró irritado ante la pregunta y poco le faltó para soltar un "¿Epstein? ¿Qué Epstein?".
Estos obvios trechos entre el dicho y el hecho relativos a Epstein sacuden de frente el movimiento MAGA, la base de apoyo más activa del trumpismo, que últimamente no gana para disgustos, con un presidente que antes de asumir el cargo aseguró que no iniciaría más guerras y medio año después terminó bombardeando Irán y que solucionaría el conflicto rusoucraniano en 24 horas y no ha dejado de armar a Kiev, prolongándolo.
El influyente periodista Tucker Carlson, cada vez más crítico con la gestión presidencial, se permitió ironizar sobre todo el asunto en su programa, argumentando que lo que se desprende de las 'novedades' del caso es que, si no hay nada que desclasificar, entonces Jeffrey Epstein estaba preso injustamente y su pareja fue condenada a 20 años por nada.
Tampoco Elon Musk dejó pasar la oportunidad de comentar lo sucedido, tuiteando que, en EE.UU., "se han detenido a más ardillas y mapaches que a cualquier persona de la lista de Epstein".
El multimillonario no quiso desaprovechar el 'caramelito' que le dejó la Administración Trump a la hora de seguir cosechando apoyos para el nuevo partido político que trata de impulsar, nutriéndolo en buena parte de 'MAGAs' descontentos.
Y es que todo el manejo del caso por parte de las autoridades estadounidenses, presentes y pasadas, es digna del Superagente 86, lo que, con razón o sin ella, convierte la 'epsteintología' en un tema predilecto para los teóricos de la conspiración. Insistimos: con razón o sin ella.

No solo porque el trumpismo impulsara todas las teorías posibles sobre el asunto mientras no estaba en el gobierno para pasar a decir que es un asunto menor y hasta inexistente una vez en la Casa Blanca.
Por ejemplo, en aras de la transparencia, para demostrar que la noche de la muerte de Epstein nadie entró ni salió de su celda, acaban de publicar un video de diez horas de las cámaras de seguridad. Pero siempre hay gente con suficiente tiempo libre en esta vida y una de ellas notó que, en esas diez horas, faltaba un minuto de grabación, lo que levantó una nueva oleada de hipótesis que se suman a las ya clásicas, como por ejemplo la coincidencia de que, justo en esa noche, los guardias que lo vigilaban cada 30 minutos se quedaron dormidos durante más de 180.
El hecho de que, desde el Gobierno trumpista, el desmentido tipo "y ahora olviden la lista de Epstein que nosotros mismos tanto nos encargamos de recordarles" se produjera prácticamente al unísono de una visita de Benjamín Netanyahu a la Casa Blanca también dio bastante juego.
Porque para los 'epsteintólogos' avanzados los vínculos del fallecido depravado con los servicios secretos israelíes nunca pasaron desapercibidos. Un delincuente sexual trabajando para Tel Aviv… no sé por qué no me sorprende.
Sean verdad o leyenda esos vínculos, lo cierto es que Jeffrey Epstein llegó a poseer un pasaporte austríaco falso cuyo origen nunca pudo explicar de forma convincente y su pareja es hija de Robert Maxwell, magnate británico de la prensa cuyos vínculos con el Mossad fueron tan notorios que, al fallecer, fue enterrado con todos los honores en la Jerusalén ocupada.
Así que, como ven, el caso Epstein está lejos de caer en el olvido, mucho menos mientras Washington siga tratando de darle carpetazo de forma tan torpe que lo que consiguen es revivirlo. E, independientemente de lo que haya de verdadero y falso en todas las hipótesis que lo rodean, su efecto electoral y político en EE.UU. no es ninguna teoría de la conspiración.
El presente texto es una adaptación de un video realizado por el equipo de '¡Ahí les va!', escrito y dirigido por Mirko Casale.