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EE.UU. contra China: ¿Quién ganará la batalla geopolítica por el océano Índico?

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Un nuevo eje de la geopolítica mundial parece emerger en el horizonte: el océano Índico. Esa región vive hoy una gran batalla por las luchas de influencia entre China y EE.UU., algo que podría tener sus consecuencias en el futuro de todo el planeta.
EE.UU. contra China: ¿Quién ganará la batalla geopolítica por el océano Índico?
Según el profundo análisis del tema realizado por el experto en geopolítica Alexandr Kuznetsov y publicado en el portal ruso Odnako, China ya está dispuesta a desafiar la hegemonía de EE.UU. en el océano global y, en particular, en la zona más cercana al país asiático, algo que sin duda alguna preocupa a Washington. Por ejemplo, los diplomáticos estadounidenses no suelen disimular que una nueva doctrina sobre la región Asia-Pacífico proclamada por Barack Obama en noviembre de 2011 tiene como objetivo reducir el 'peso geopolítico' de China. Según Washington, el principal contrapeso al país en la zona es Japón, aliado estratégico de los norteamericanos en Asia, vinculado con el Pentágono con numerosos acuerdos en la materia de defensa. A continuación, les presentamos los países donde ese juego de 'tira y afloja' se establece más claramente.  

Birmania


Después de que en 1988 una junta militar tomara el poder en Birmania, Occidente impuso sanciones severas al país, por lo que las autoridades birmanas empezaron a estrechar sus lazos con China. La asociación estratégica entre los dos países salvó la economía birmana del colapso pero le hizo dependiente de su vecino del norte, mientras que el flujo de inmigración ilegal masiva de chinos invadió el país.

Pekín, por su parte, aprovechó la situación para promover la construcción de la gran central hidroeléctrica en Mitszune pese a las protestas de los propios birmanos, así como para modernizar el puerto de Sittwe en el océano Índico, que tiene una importancia estratégica para los chinos, ya que tres cuartas partes de las importaciones de petróleo de China pasan por el estrecho de Malaca. 

Sin embargo, después de las elecciones parlamentarias y presidenciales en 2010, los militares lograron mantener el poder en la nación, pero se comprometieron a normalizar las relaciones con Occidente. En diciembre de 2011, la entonces secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, visitó la ciudad birmana de Yangon, y en noviembre de 2012 se produjo una visita oficial a Birmania del presidente Barack Obama. Como resultado del estrechamiento de la cooperación entre las dos partes, el pasado mes de abril la Unión Europea decidió levantar las sanciones económicas y en mayo, la administración de Obama tomó la misma decisión. 

Todos esos acontecimientos no fueron recibidos de manera positiva por Pekín que, por su parte, respondió anunciando abiertamente el suministro de armamento al Ejército Unido de la guerrilla birmana Wa, lo que agravó aún más los problemas del Gobierno de Birmania con varias minorías étnicas que viven en el norte y noreste del país. 

Japón, por su parte, tampoco parece perder su tiempo en lo referente a este país: durante unas recientes conversaciones, Tokio canceló a Birmania una deuda de 1.700 millones de dólares. Los japoneses también se comprometieron a invertir 500 millones de dólares para desarrollar las infraestructuras del país. Si sigue aumentando la tensión, la lucha por la influencia en Birmania puede tener consecuencias impredecibles.

Sri Lanka


En una serie de puertos de importancia estratégica en el océano Índico en los que los chinos buscan fortalecer su influencia, figura entre otros Hambantota, ubicado en la isla de Sri Lanka. Pekín cree que tomando el control de este puerto, serán capaces de obtener un punto crucial para la navegación marina y el transporte. 

EE.UU. y el Reino Unido, a su vez, mantenían una buena relación con Colombo desde mediados de los años ochenta, y a principios del nuevo siglo apoyaron al Gobierno e incluso le proporcionaron ayuda económica. Pese a ello, después de que en 2009 las autoridades de esta nación llevaran a cabo operaciones militares con el fin de combatir a una organización separatista terrorista, se vio un enfriamiento considerable en la actitud de Occidente hacia Sri Lanka.  

Tras el comienzo de las hostilidades en la isla, Occidente se negó a asignar al país el siguiente tramo de un préstamo del FMI por un monto de 1.900 millones de dólares. Al final el Gobierno no tuvo más remedio que empezar a 'moverse' en dirección a China. Durante una reciente visita a Pekín, por ejemplo, el presidente de la nación insular, Mahinda Rajapaksa, recibió de sus colegas chinos un préstamo de 2.200 millones de dólares.

Tokio tampoco cede sus posiciones en el país isleño. En una de sus recientes visitas a la nación, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, dijo que Sri Lanka "ha tenido un papel importante para garantizar la seguridad marítima en los océanos Índico y Pacífico" y firmó un acuerdo que permite a los buques de guerra japoneses entrar en puertos del país. A cambio, los japoneses tienen previsto invertir en la economía de Sri Lanka unos 410 millones de dólares. 

Pakistán 


Los chinos no prestan menos atención a Pakistán, aprovechándose de ciertas diferencias surgidas entre Islamabad y Washington, que aparecieron a causa de la campaña estadounidense en Afganistán. No obstante, el volumen del comercio pakistaní con China todavía no es muy considerable y cede el primer lugar a EE.UU., la UE y sus vecinos más cercanos.  

Sin embargo, China sigue sus intentos de promover su influencia sobre la nación. El abastecimiento de dos terceras partes de las armas del Ejército pakistaní proviene de los suministros de Pekín. Asimismo, China busca ganar influencia en el puerto de Gwadar en Pakistán, considerado clave para la Marina del gigante asiático.

De acuerdo con las conclusiones a las que llegó Alexandr Kuznetsov en su investigación, actualmente Washington está revisando sus planes de crear una especie de 'OTAN asiática' en la que participarán la India y Japón, con posibles vínculos con Australia, Filipinas y Vietnam. La creación de la organización debe basarse en las disputas territoriales de Japón, Filipinas y Vietnam con China  y los temores de todos estos Estados ante el crecimiento del poder económico y militar de Pekín. No obstante, el escenario de esta batalla todavía no está muy claro, pero, al parecer, solo el tiempo mostrará quién saldrá ganador de este juego geopolítico global. 
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