Tanto las bebidas azucaradas como las endulzadas artificialmente aumentan el riesgo de enfermedad hepática, aunque las dietéticas pueden ser incluso más dañinas, según muestra un nuevo estudio presentado en la Semana Europea Unida de Gastroenterología 2025.
Ambos tipos están vinculados con un mayor riesgo de esteatohepatitis no alcohólica (EHNA), una enfermedad que causa acumulación de grasa en el hígado y, con el tiempo, inflamación y síntomas como dolor, fatiga y pérdida de apetito.
El estudio siguió a 123.788 personas sin enfermedad hepática al inicio, durante una mediana de seguimiento de 10,3 años. Consumir más de 250 gramos (una lata) diarios de bebidas azucaradas se asoció con un aumento del 50 % en el riesgo de EHNA, mientras que las endulzadas artificialmente con un aumento mayor, del 60 %. Durante el seguimiento, 1.178 personas desarrollaron EHNA y 108 murieron por causas hepáticas.
"El mayor contenido de azúcar en las bebidas azucaradas puede causar picos rápidos de glucosa e insulina en sangre, promover el aumento de peso y aumentar los niveles de ácido úrico, todo lo cual contribuye a la acumulación de grasa hepática. Las bebidas endulzadas artificialmente, por otro lado, pueden afectar la salud hepática al alterar el microbioma intestinal, alterar la sensación de saciedad, incitar el deseo de comer dulces e incluso estimular la secreción de insulina", explicó la autora principal del estudio, Lihe Liu, investigadora de posgrado en el Primer Hospital Afiliado de la Universidad de Soochow en China.
"Nuestro estudio demuestra que las bebidas sin azúcar se asociaron con un mayor riesgo de EHNA incluso con un consumo moderado, como una sola lata al día. Estos hallazgos desafían la percepción común de que estas bebidas son inocuas y resaltan la necesidad de reconsiderar su papel en la dieta y la salud hepática", agregó.
Reemplazar estas bebidas con agua reduce significativamente el riesgo de EHNA (12,8 % para las azucaradas y 15,2 % para las dietéticas), pero cambiar una por otra no disminuye el riesgo.