
Una ventaja estratégica impidió que esta instalación nuclear iraní fuese atacada con bombas antibúnker

Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos desistieron de utilizar bombas antibúnker para atacar una de las mayores instalaciones nucleares de Irán durante el reciente bombardeo contra el territorio de la República Islámica, ya que no habrían sido efectivas.
Los bombarderos furtivos B-2 arrojaron proyectiles GBU-57, conocidos también como 'padres de todas las bombas', contra las instalaciones de Fordo y Natanz. En cambio, Isfahán, el tercer objetivo de la operación militar, fue bombardeado con misiles de crucero Tomahawk (cerca de dos docenas) lanzados desde un submarino.
El jefe del Estado Mayor Conjunto, general Dan Caine, explicó este jueves en una sesión informativa para el Senado, reseñada por CNN, que las bombas no habrían sido allí efectivas, ya que la planta de Isfahán se encuentra a una gran profundidad.
Las autoridades estadounidenses estiman que las estructuras subterráneas de Isfahán albergan casi 60 % de las reservas de uranio enriquecido de Irán, necesarias para la eventual producción de un arma nuclear.
Un éxito en duda

Una evaluación interna de inteligencia de EE.UU., filtrada a la prensa, consideró que los ataques del sábado pasado contra sitios nucleares iraníes, que se dieron en medio de los bombardeos cruzados entre Tel Aviv y Teherán, retrasaron el programa nuclear de Teherán por apenas seis meses.
El reporte puso en entredicho las afirmaciones del presidente Donald Trump, que se jactó inicialmente de que las instalaciones fueron "destruidas completamente".
La filtración causó gran indignación en la Casa Blanca, donde aseguran que el informe era de un "bajo nivel de confianza", ya que fue elaborado en las 24 horas posteriores a los bombardeos y se basó en fotografías satelitales, no en testimonios directos de los daños.