Escándalos y peleas: la incertidumbre domina en el peronismo en la era Milei
El peronismo, la principal fuerza política de oposición en Argentina, se encuentra envuelto en un halo de incertidumbre sobre su futuro debido a sus derrotas políticas, escándalos y peleas internas que impiden que contrarreste los avances del Gobierno de Javier Milei.
Este jueves, el Partido Justicialista (PJ) festeja el Día de la Lealtad en recuerdo de las históricas movilizaciones realizadas el 17 de octubre de 1945 para liberar al entonces coronel Juan Domingo Perón, quien estaba en prisión y después sería tres veces presidente (1946-1952, 1952-1955 y 1973-1974). Su paso por el poder lo convertiría en el líder político más importante de ese país durante el siglo pasado.
Para los peronistas, representa su fiesta anual. Pero en esta ocasión no hay motivos para celebrar, ya que es el primer Día de la Lealtad que conmemoran después de que su candidato, Sergio Massa, perdiera las elecciones presidenciales del año pasado contra Milei.
• "Interpreto este movimiento colectivo como el renacimiento de una conciencia de los trabajadores, que es lo único que puede hacer grande e inmortal a la Patria"; Juan Perón#DíaDeLaLealtad 🇦🇷✌️ pic.twitter.com/vIWBzSoVAR
— Andrés Larroque (@larroqueandres) October 17, 2024
La derrota profundizó la crisis que arrastró el peronismo durante el Gobierno de Alberto Fernández (2018-2023) debido, en parte, a su permanente enfrentamiento con la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
El distanciamiento entre ambos se mantuvo después del fracaso electoral. Desde entonces, el peronismo no ha logrado ordenarse y mucho menos mostrar unidad y lealtad. Tampoco cuenta con liderazgos fuertes que logren capitalizar el creciente descontento social contra Milei.
Desde que perdió las elecciones, Massa se ha mantenido en un discreto segundo plano político. Apenas reapareció públicamente en la masiva marcha universitaria que se llevó a cabo el pasado 2 de octubre en Buenos Aires, pero no ha dado entrevistas ni pronunciamientos políticos.
Por el contrario, Alberto Fernández intentó recuperar protagonismo en el debate público y comenzó a criticar fuertemente las políticas de Milei, pero su intento quedó frenado por uno de los escándalos políticos más graves de los últimos años.
Contrastes
A principios de agosto pasado, Fabiola Yáñez, la expareja de Fernández, lo acusó de violencia de género. La demanda penal, que comenzó como una filtración periodística, incluyó fotos de ella golpeada y chats que se usaron como prueba de los maltratos verbales del expresidente.
En ese momento, Fernández, quien se jactaba de haber culminado su Gobierno sin causas por corrupción, ya enfrentaba una investigación judicial en la que se le imputa la adjudicación irregular de millonarios seguros cubiertos con fondos públicos durante su mandato.
Una vez que estalló la denuncia de la exprimera dama, Fernández se concentró en su defensa legal, a sabiendas de que el escándalo representaba el fin de su carrera política. La condena social es unánime.
El caso de Fernández de Kirchner es diferente. Ya fuera del poder, ha logrado sostener niveles de apoyo que rondan el 30 %, a pesar de que ya fue condenada por corrupción en primera instancia, en un juicio en el que ella acusó de parcialidad a jueces y fiscales.
La semana pasada, la expresidenta sorprendió al postularse para la presidencia del PJ. En otro momento, su liderazgo sería indiscutible debido a que es la adversaria preferida del presidente Javier Milei, quien suele denostar al kirchnerismo, pero el panorama ha cambiado.
¿Quién manda?
La nueva postulaciónde Fernández de Kirchner demostró la profunda crisis en la que está sumida el peronismo. El gobernador de la provincia de La Rioja, Ricardo Quintela, quien se había postulado antes que ella, mantuvo su candidatura aunque se esperaba que declinara para no enfrentar a la exmandataria.
La prueba más significativa de las divisiones fue el silencio de Axel Kicillof, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, que nació políticamente al amparo de Fernández de Kirchner pero que en los últimos años comenzó un alejamiento que hoy es total. De hecho, se negó a sumarse al "operativo clamor" de dirigentes que respaldaron la candidatura de la expresidenta al frente del PJ.
Kicillof comparte con Fernández de Kirchner el liderazgo político del peronismo, ya que el año pasado logró la reelección en la provincia de Buenos Aires, que es el distrito electoral más grande del país, lo que lo convirtió de inmediato en precandidato presidencial para el 2027.
Sin embargo, su figura es atacada principal y abiertamente por el diputado Máximo Kirchner, el hijo de la expresidenta, que la defiende como la conductora y líder única del peronismo.
Por eso, este jueves Kicillof y Fernández de Kirchner encabezarán por separado sus propios actos del Día de la Lealtad.
Las disputas mantienen al peronismo disperso y con dudas sobre la capacidad que tendrá para reorganizarse políticamente en las elecciones legislativas del próximo año, que serán las antesalas de las próximas presidenciales en las que Milei buscará la reelección.
O será, como dijo el propio Perón: "Cuando los peronistas se pelean, en realidad se están reproduciendo".